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"Max Planck, Dios y la materia"

24/05/2017 - Artículos



Itinerario Psicosomática y Filosofía de la ciencia

 

Como consecuencia del profundizar en los temas tratados en nuestro “Itinerario de Psicosomática y Filosofía de la Ciencia”, 2016-17, nace este artículo en la pluma de uno de los participantes.

                                                                    


Max Planck, Dios y la materia

¿Algo o nada?

¿Es posible que la ciencia moderna hable de Dios o de un creador que explique porque hay algo en vez de nada? ¿Cómo se explica que las leyes del universo parezcan estar “afinadas” para producir vida, y no meros gases inertes? ¿Hay detrás una inteligencia rectora que sería la de Dios?  Son algunas de las preguntas candentes y actuales que necesariamente hablan sobre las relaciones entre ciencia, razón y fe. A las librerías llegan obras de los llamados “nuevos ateos” como Dawkins u Onfray con suma facilidad y en editoriales de mejor difusión, en contra de las obras de los autores teístas que lo tienen mucho más difícil, las cuales o no se traducen o cuando se traducen lo hacen con bastante retraso y en editoriales de difusión menor. Esta situación es muy lamentable, sobre todo porque no guarda relación alguna con la calidad de los trabajos de unos y otros.

Son importantes al respecto las palabras de Antonio Fernández-Rañada, Físico español, catedrático de la facultad de Física de la Universidad Complutense de Madrid:

“Hay que tener en cuenta que para una parte de la opinión pública y del mundo intelectual la Ciencia se opone necesariamente a la fe en Dios y, los científicos, necesariamente, son todos ateos. Pero ya veremos que hay quien lo ve de otra manera, asegurando que la Ciencia puede acercar al hombre a Dios pues le permite comprender mejor su obra, del mismo modo que quienes tienen educación musical aprecian mejor un cuarteto de Beethoven".

Podemos hacer un repaso por los científicos de la historia para comprobar esta relación entre ciencia, razón y fe. Empezaremos por Max Planck (1858-1947).

Los científicos y la ciencia

Max Planck, Físico alemán, fue el científico que, en el año 1900, desarrolló la Teoría Cuántica de la Materia, basada en el hecho de que esta solo puede emitir energía radiante en cantidades proporcionales a su frecuencia y no de forma arbitraria como indicaba la teoría electromagnética clásica que solo permitía emisión o absorción continua de energía.

Su teoría fue revolucionaria, junto a las ideas de Albert Einstein sobre el efecto fotoeléctrico, puesto que rompía con todas las bases de la física clásica.

Fue premio Nobel de Física en 1918.


Son sugerentes sus palabras sobre Dios y la materia:


"Como hombre que ha dedicado su vida entera a la más clara ciencia superior, el estudio de la materia, yo puedo decirles, como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: no existe la materia como tal. Toda la materia surge y persiste debido solamente a una fuerza que causa que las partículas atómicas vibren, manteniéndolas juntas en el más diminuto de los sistemas solares: el átomo.  Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia".


"Creo que la consciencia es fundamental. Creo que todo asunto deriva de la consciencia. Todo lo que hablamos, todo lo que consideramos como existente, es dictado por la consciencia".

"Entre Dios y la ciencia no encontramos jamás una contradicción. No se excluyen, como algunos piensan hoy, se complementan y se condicionan mutuamente".

"Podemos concluir que a partir de lo que la ciencia nos enseña, en la naturaleza hay un orden independiente de la existencia del hombre, un fin al que la naturaleza y el hombre están subordinados. Tanto la religión y la ciencia requieren la fe en Dios. Para los creyentes, Dios está en el principio y para los científicos al final de todas las consideraciones".

"La ciencia es incapaz de resolver los últimos misterios de la naturaleza, porque en el último análisis nosotros mismos somos parte de la naturaleza, es decir, somos parte del misterio que tratamos de resolver".


Los científicos y la ciencia

Albert Einstein, Físico alemán, premio Nobel de Física en 1921, en un párrafo extraído del prefacio al libro de Max Planck publicado en 1941,   "¿A dónde va la ciencia?" afirmaba:

"Algunos hombres se dedican a la ciencia, pero no todos lo hacen por amor a la ciencia misma. Hay algunos que entran en su templo porque se les ofrece la oportunidad de desplegar sus talentos particulares. Para esta clase de hombres la ciencia es una especie de deporte en cuya práctica hallan un regocijo, lo mismo que el atleta se regocija con la ejecución de sus proezas musculares. Y hay otro tipo de hombres que penetran en el templo para ofrendar su masa cerebral con la esperanza de asegurarse un buen pago. Estos hombres son científicos tan sólo por una circunstancia fortuita que se presentó cuando elegían su carrera. Si las circunstancias hubieran sido diferentes podrían haber sido políticos o magníficos hombres de negocio. Si descendiera un ángel del Señor y expulsara del Templo de la Ciencia a todos aquellos que pertenecen a las categorías mencionadas, temo que el templo apareciera casi vacío. Pocos fieles quedarían, algunos de los viejos tiempos, algunos de nuestros días. Entre estos últimos se hallaría nuestro (Max) Planck. He aquí por qué siento tanta estima por él". 

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